viernes, 13 de julio de 2012

Amistad.


Cuántas veces celebramos un cumpleaños, una fecha con tu pareja, un nacimiento, un aniversario, alguna fiesta, días que señala el calendario, unas vacaciones, el fin de algo que ha supuesto mucho trabajo… 
Cuántas veces olvidamos celebrar lo que tenemos a diario, lo que en un principio no parece resultar excepcional, lo que más bien consideramos monotonía. Cuántas veces olvidamos valorar todos esos pequeños momentos que forman nuestro presente y que poco a poco construyen nuestro futuro. Cuántas veces olvidamos el enorme peso que ejercen las acciones y los consejos de quienes nos rodeamos. Cuántas veces olvidamos darnos cuenta de las grandes personas que tenemos día a día a nuestro lado, a quienes hemos podido elegir nosotros mismos. Cuántas veces olvidamos celebrar la amistad. 
En muchísimas ocasiones lo he visto todo oscuro, no he encontrado la manera de salir de algo, me he visto desorientada, sola, triste, deprimida, y sin ni siquiera tener que hacer un chasquido de dedos, como si de un hada madrina se tratase, ahí estaban todas ellas, todas ellas y ellos también, para recordarme lo maravilloso que resulta el simple hecho de abrir los ojos cada mañana y tener un día más de vida por delante, lo maravilloso que es poder disfrutar de horas y horas en su compañía, lo maravilloso que es reír y llorar juntos. Lo fascinante que resulta la vida si están contigo, aunque sea sin decir nada, simplemente ahí, a tu lado. Diciéndote sin pronunciar una sola palabra que eso siempre será así, que bajo ningún concepto vas a notar la ausencia de ellos si los necesitas. 
Los amigos no son una cosa cualquiera, no son algo de lo que se pueda alardear fácilmente con total seguridad. Los amigos son los tesoros que inconscientemente buscamos entre montones de basura y que finalmente encontramos. Son seguramente la joya más cara, pero por el contrario no los podemos comprar. Y como bien dicen: la vida sin amigos no es vida.