martes, 30 de julio de 2013

Incluso sentados inocentemente uno al lado del otro podía percibirse la atracción que existía entre nosotros.
Ahí estábamos, sin cruzar palabra mientras por nuestra mente se cruzaban toda clase de excesos del cuerpo. Con delicadeza recargué mi cabeza en su hombro, como si fuera a revelarle algún secreto. Gemí en su oído. Gemí quedamente y mi lengua recorrió los recovecos de su oreja con suavidad, acariciando con especial intención el lóbulo y saboreando las contracciones discretas y casi imperceptibles de su cara. Con el mismo decoro y discreción dejé mi mano escabullirse por debajo de su ropa y sigilosamente mi mano se deslizó por el borde de su ropa interior, justo ahí donde comenzaba mi perdición.
Él hacía un esfuerzo sobrehumano por guardar la compostura y no destrozarme la ropa ahí mismo, enfriando y endureciendo sus facciones.
 Me encantas
Le susurré.
Y tú a mí.
Respondió con un hilo de voz.
Y se puso de pie, tocó el timbre y descendió del autobús mientras yo le guiñaba un ojo desde la ventanilla.
"Y entonces caigo en la cuenta... El miedo no es real. El único lugar donde puede existir es en nuestros pensamientos sobre el futuro; es fruto de nuestra imaginación, que hace que temamos cosas que ni existen en el presente y a lo mejor nunca existirán en el futuro. Eso casi roza la locura... Pero no me malinterpretes, el peligro es muy real, pero el miedo es una opción" (After Earth)
Como una luz infinita puedo sentir como me recorres por todo adentro, encendiéndome la confianza y apagándome los miedos.

jueves, 4 de julio de 2013

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Mira, yo no sé exactamente qué es lo que haces, pero desde que lo haces, todo es maravilloso.