domingo, 5 de enero de 2014






Te veo al otro lado de la cama, con tus pestañas aún caídas, un lunar perteneciente a alguna constelación, escurridizo que se asoma sobre el mentón y la respiración perfectamente sincronizada con los latidos del corazón. Te veo ahora, así te retrato en mi mente mejor porque cuando suene el despertador ya no habrá rastros tuyos, ni habrá tiempo para una despedida ni mucho menos para un desayuno compartido...

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